viernes, 13 de agosto de 2021

EL TRATO MEDIATICO DE LA "SALUD MENTAL" Y EL SUICIDIO EN LOS DEPORTISTAS




Según noticias fechadas el 10 de agosto de 2021, la ciclista Olivia Podmore murió por suicidio el día 9.

Y ahora asistiremos al enfoque periodístico que, con la mejor intención informativa, busca explicaciones a este hecho. 

Y como es habitual, cuando se buscan explicaciones se buscan causas claras y diáfanas a las que atribuir el hecho. Y ahí es donde, como es tradicional, se cae en las insinuaciones que vinculan el hecho a un único factor (por cierto contraviniendo las directrices èticas acerca del trato periodístico sobre el suicidio:

Y ese llamativo factor, que la prensa a toda luz encontrará, es el hecho de que fuera una deportista de alto nivel. La prensa dirá que es una ocasión para “romper el tabú de la salud mental de los deportistas”. Pero lo que hace la prensa es justamente lo contrario: Dar mayor dimensión al tabú de la salud mental de los deportistas. ¿Por qué?.

Pues porqué no hay nada en las características poblacionales de los deportistas que los hagan más o menos propensos al suicidio. Los deportistas son personas de un entorno cultural y están sometidos a los mismos determinantes de ese entorno cultural que todas las demás personas de ese mismo entorno.

Pero cuando por desgracia un deportista se suicida, basta con que sea relativamente conocido para que la prensa lo anuncie (es normal) y además haga recuento de cuantos deportistas conocidos se han suicidado a lo largo de la historia, remontándose incluso décadas en el pasado.

Consecuentemente se alimenta la pregunta improcedente de si en el deporte (en especial el de alto rendimiento) hay una mayor o menor prevalencia del suicidio que en otros colectivos. Y peor aún, al hacerlo se induce la sombra de la sospecha de que alguna cosa hay en el deporte mismo que da pie a que ocurran estas cosas. Es un mecanismo de los peor intencionados para “fabricar” una realidad.

Cuando se suicida un periodista o un psicólogo, no solamente no se publica la noticia con su nombre propio (salvo que sea una figura pública), sino que nadie hace el recuento de los periodistas o psicólogos que se hayan suicidado a lo largo de la historia. Y no se da a entender que tal vez pudiera haber algo en estos oficios que actúe como un predisponente para las conductas autolesivas.

En las personas que se suicidan concurren algunas características de personalidad que son determinantes para que, juntamente con su interacción con su medio social y cultural, se puedan llegar a dar estas conductas. Además, la mayoría de las veces existía un diagnóstico de trastorno mental grave que podía manifestarse más o menos explícitamente. Esto significa que quizás era percibido o no por los demás; y que podía estar o no bajo tratamiento.

La salud mental de los deportistas es como la de todas las demás personas. 

Los deportistas, al igual que todo el mundo, deben afrontar situaciones más o menos estresantes en todos sus ámbitos de relación: el personal afectivo, el de la salud y el laboral, en su caso el deportivo

Todos los ámbitos laborales tienen un cierto nivel de exigencia. Realmente la única diferencia que presenta el ámbito deportivo es que la demanda de rendimiento se produce de manera específica en el espacio y el tiempo: el día de la competición. En general en los demás oficios, por muy competitivo que sea un entorno, no existe el campeonato del mundo de periodistas o de psicólogos o de taxistas … a celebrar de manera anunciada en una fecha y un lugar.

El otro aspecto llamativo es el de las expectativas propias, pero en el caso del deporte, muy especialmente las de los demás. Para un deportista manejar esas expectativas, la de los demás y también las suyas propias es parte del trabajo que debe llevar a cabo, de la misma manera como trabaja sobre sus aspectos físico-técnicos, sobre los relativos a su descanso, su alimentación y muchas otras cosas. 

Es evidente que si el enfoque de un deportista es “no defraudar” a la opinión pública, a un país, a los demás en definitiva, su prioridad única será el resultado. Es fácil entender que, puesto que ese resultado jamás depende única y exclusivamente del deportista, la presión está servida. Pero esa presión y su manejo forman parte del juego, tal como se ha dicho; y no son un elemento extraño o un añadido. 

Que algunos deportistas la manejen mejor que otros, o incluso que algunos se resistan a aceptar la necesidad de manejarla, no tiene nada que ver con el hecho de que el entorno de rendimiento per se constituya un elemento predisponente ni para el trastorno mental en modo alguno, ni por supuesto para la conducta suicida.

Y ahora un breve ejercicio, mediante el cual invito a la prensa a preguntarse en particular por la salud mental de periodistas y escritores en general …

Ved esta somera lista de periodistas y literatos que murieron por suicidio a lo largo de la historia y el año del deceso (Como veréis yo también se manejar Google, no pretendo presumir de semejante erudición).
Jackes Rigaut 1929
Angel Ganivet 1898
Gerard de Nerval 1855
Virginia Wolf 1941
Alfonsina Storni 1938
Hunter Thompson 2005
Sylvia Plath 1963
Arthur Koestler 1983
Ernest Hemingway 1961
Yukio Mishima 1970
Vladimir Mayakovsky 1930
Cesare Pavese 1950
Anne Sexton 1974
David Foster Wallace 2008
Stefan Zweig 1942
Walter Benjamin 1940 ...

¿Acaso nos preguntamos públicamente en televisiones, radios y prensa escrita sobre la “salud mental” de los escritores?. Y no será porque algunos de los mencionados no fueran figuras públicas.
¿Nos preguntamos que tiene la literatura en si misma; y no digamos ya la poesía, que produce semejante cantidad de suicidios?.
¿Por qué lo hacemos cuando, de tarde en tarde como en todos los ámbitos, sucede en el mundo del deporte?.



jueves, 17 de mayo de 2018

LA MALDITA «CONFIANZA» Y SU USO PERVERSO EN EL LENGUAJE



Escuchado en el bar: «... es que cuando te lo crees, lo consigues...».

Creerselo se refiere a creer que uno es capaz de hacer o lograr algo. Aunque «hacer» y «lograr» son cosas distintas. El psicólogo Albert Bandura (Canadá, 1925- 2021) ya se encargo de demostrar que la confianza descansa en las expectativas; y éstas son distintas respecto a la eficacia personal para llevar a cabo una acción, que respecto al hecho de lograr o no un resultado como producto de esa acción. Se las llama «expectativas de eficacia» y «expectativas de resultado».

También está demostrado que esa confianza genérica, ese «creérselo», es un predisponente claro para el logro de los objetivos. Dicho pronto y mal «creérselo» es una ayuda indudable para obtener un buen rendimiento. Pero hasta ahí todo. Sólo es una «ayuda indudable», no la causa de un rendimiento.

Efectivamente «creérselo» no es la causa del rendimiento, el cual obviamente es debido a la interacción de una infinidad de causas incidiendo en un instante en el tiempo, en el momento de rendir. «Creérselo» ni siquiera es la causa directa del rendimiento, tan solo es un facilitador o, como se ha dicho, un predisponente.

¿Por qué?, ¿cómo actúa ese «creérselo»?. En primer lugar hay que considerar que «creérselo» no es más que un pensamiento, mejor dicho, es una creencia. Una creencia sobre las propias capacidades. De manera que algunas veces esa creencia no está ni tan solo fundamentada en suficientes elementos objetivos, para permitir al individuo creer que es capaz, con una probabilidad razonable, de hacer o lograr algo. Hay casos en que las personas o bien se sobrevaloran directamente por falta de formación o de información (o ambas); permitiendo que su deseo altere su juicio sobre lo que la realidad diaria (por ejemplo en los entrenamientos) le está diciendo.

¿Por qué sucede eso?, ¿porqué el deseo nubla el juicio sin apenas ninguna base objetiva sobre la que apoyarse?. Pues porque el deseo o la voluntad es pensamiento y la creencia de que se es capaz de hacer algo también es pensamiento. Y ahí inciden una serie de creencias en cadena como por ejemplo las siguientes:

  • «Si quiero conseguir algo doy por supuesto que trabajo y persisto para ello»
  • «Si trabajo y persisto tengo que ser capaz de conseguirlo»
  • «Como no hay duda de que quiero conseguirlo (mi motivación es clara) y por lo tanto he trabajado para ello, es «lógico» y “justo” que lo consiga»
  • ...

En esto consiste la atribución al pensamiento del poder sobre la realidad. Es el «querer es poder». Si quiero puedo y si creo que puedo lo haré. ¿A que suena presuntuoso así escrito sobre un papel?. Pues este es el arquetipo del pensamiento que se da por supuesto como adecuado.

Como se va viendo, un mínimo análisis de como acontece la realidad nos irá desmontando esta «verdad alternativa» que nos construimos. Una verdad cómoda, y lo mejor de todo, promocionada socialmente. Porqué así es el pensamiento cuya expresión la sociedad nos recompensa.

La sociedad nos premia por tener un talante positivo y optimista, no importa cuales sean los indicios de la realidad, ni importan las estimaciones mesuradas de las probabilidades existentes para lograr algo ... Esta es la filosofía de consumo; una filosofía «naive» que busca atribuir un poder sobrenatural a la mente. Hasta tal punto que convierte al pensamiento en el motor de la propia realidad. Una suerte de filosofía de la ilusión y también de la inhibición de la responsabilidad en su justa medida, tanto sobre la acciones que se llevan a cabo como sobre los resultados al fin logrados. En otras palabras se trata de creer en destinos auto-labrados por el deseo o en universos que conspiran, también movidos por el deseo, etc. Talmente como si el pensamiento sustituyera a la propia realidad.

La confianza, el «creérselo» existe e indudablemente es de gran ayuda. ¿Pero como actúa realmente?. Pues de una manera muy sencilla: «Si alguien cree que es capaz de hacer algo es mucho más probable que lo intente llevar a cabo; y también es más probable que persista en el intento cuando parezca no estar logrando el objetivo. Si en esas circunstancias, el individuo tiene la capacidad real para lograr y además todas la variables que no dependen de él mismo, le son favorables en una medida suficiente entonces es muy probable que logre el objetivo».

Pero esta frase es demasiado larga para resultar atractiva, especialmente si debe hacer la función de argumento de ventas (de venta de cualquier medio que aumente pretendidamente esa confianza).

Sin embargo, si ese individuo que «se cree» capaz intenta de verdad e insiste, pero el logro está más allá de sus capacidades reales, entonces no logrará. Más aún, no importa cuanto «se lo crea»; si aquello que no depende de él no es mínimanente favorable al logro, tampoco logrará.

Resulta increíble como la corriente del pensamiento imperante en la sociedad ignora la realidad de facto. Existen personas dotadas de una gran confianza acorde con sus capacidades reales que fracasan cada día en todos los ámbitos: deportivos, profesionales, empresariales ... Y existen personas que declaran que «no esperaban conseguir» cosas que que han logrado. Y no obstante, esos hechos nada infrecuentes, son desatendidos, porqué es mucho más confortable pensar que «... si te lo crees lo consigues». Y por supuesto no podemos permitir que la realidad nos estropee nuestras cándidas creencias que nos permiten esa visión optimista y emocionalmente amable. Y quien intente adoptar una posición de mayor ecuanimidad (o más empírica si se quiere) será acusado, atención, de pesimista, derrotista, cenizo, «malaje» o «pájaro de mal agüero».

Para rendir como mínimo es necesario tener una capacidad suficiente para hacerlo. Sin embargo para intentarlo de manera sostenida oponiéndose a los obstáculos y dificultades (por lo demás, perfectamente normales) es necesario tener confianza.

Y se dice que la confianza es necesaria para el rendimiento porqué el nivel de intento de las acciones es exigente; en general en la medida que sesas acciones están cerca el límite de nuestras capacidades.

No obstante se puede tener la mejor confianza y no llevar a cabo correctamente las acciones por otras razones distintas; o incluso llevarlas a cabo y no lograr el objetivo. Y también se puede no tener confianza, pero que el nivel de intento necesario para lograr los objetivos sea tan poco exigente que éstos se logren igualmente sin confianza.

Ahora, después de leer toda esta parrafada, lo expuesto puede parecer obvio, pero cada día en mil sitios diferentes, en entornos deportivos y no deportivos e incluso en los medios de comunicación se oyen frases como: «... es que cuando te lo crees, lo consigues...», cuyo significado, que se da por supuesto, no es otro que «lo ha conseguido gracias a que se lo creía». ¡Y esto es radicalmente falso!.

Y una cosa más antes de terminar; cuando oigamos a un analista deportivo analizando el rendimiento de un deportista (por ejemplo comentado el tenis o el Tour de Francia o la Formula 1 ... en TV) que en primer término y antes que nada, alude a la confianza para explicar hechos, podemos sospechar fundadamente que no tiene ningún análisis real hecho acerca de lo que ha sucedido. Los entendidos aluden en primera instancia a la naturaleza de las acciones y a las decisiones tácticas un rendimiento; y en último término a la confianza; pero no acuden de salida a hacer atribuciones a la confianza, a menos que no se tenga ni idea del deporte que se está comentando y se esté jugando a ser psicólogo deportivo. Quien no sabe que decir, suele hablar de la confianza.

Confianza: Es una creencia, según la cual percibimos como «muy probable» lograr los objetivos, si en la situación de rendimiento «llevamos a cabo normalmente» las acciones, «tal como sabemos hacerlo» a tenor de los entrenamientos o las prácticas.

¡Esto es!

viernes, 12 de agosto de 2016

TREBALL, RENDIMENT i ASSOLIMENT - CREENCES DESADAPTATIVES I BACKGROUND CULTURAL

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Aquest escrit es una resposta a algunes persones que com és lògic es resisteixen a creure, una cosa que observen i no els hi agrada: Com considerar perfectament just el fet de que un esportista treballi una vida i al final no assoleixi l’objectiu per que no ho fa prou be en el decurs de potser un minut o dos que pot durar la competició.

Sobre el concepte de “rendiment” i la seva relació amb d’altres conceptes com per exemple la “justícia”; sempre que exposo el meu discurs em trobo el mateix: La gent l’entén, perquè des d’un punt de vista intel·lectual és realment assequible. I no només això, la gent sap que és rigorosament cert que el rendiment no és la funció directe del treball, per resumir-ho molt. I ho sap perquè en la seva vida quotidiana i en la dels altres ho experimenta dia a dia. Però heus aci que aquesta idea no ens agrada!. I per què?. Doncs perquè entra en conflicte amb  algunes de les creences irracionals que hem après de ben petits en el nostre entorn social. No és cosa de la nostra família, és cosa de l’entorn socio-cultural en que naixem i ens desenvolupem.

A les societats amb una cultura de fonament cristià, que en general són totes les occidentals (tot i que amb les seves subtils diferències) hem adquirit una creença que ens diu: Que si ens esforcem, treballem bé i perseverem (accions que a més a més és sustenta que les mou el “desig”), llavors tard o aviat acabarem assolint allò que volem. El resum sintètic d’aquesta manera de pensar és la desafortunadíssima frase que resa: “Voler és poder”. Una proposició rigorosament falsa, perquè implica el raonament lògic de que la voluntat és el principi actiu de l’assoliment.

Els defensors d’aquesta proposició, sovint necessiten com és normal validar allò que han après des de ben petits i que, com ho fan les creences troncals que deia en Milton Rokeach, formen par de la seva (nostra) identitat. Per argumentar aquesta defensa diuen coses com ara: “si no vols és segur que no podràs...”. I és clar que si. Això és un parany lògic mitjançant el qual hom creu que les afirmacions certes són reversibles i segueixen essent certes. Però com ens ensenyaven, quan estudiàvem lògica aristotèl.lica al batxillerat: "Si A llavors B" és cert, això no implica que "si B llavors A" també ho sigui.

La més mínima observació una mica sistemàtica de la realitat i no diguem si ens dediquem a obtenir proves empíriques ens certifica que “voler” és una condició necessària però en cap cas suficient per “assolir”.  I més encarà, no existeix una relació paramètrica entre voler i assolir. De manera que tot i que voler és imprescindible, a partir d’aquí no assoleix més qui més vol?﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽r la rat  a dia i que la nostra rar-nos a nosaltres mateixos, al nostre ego o a la nostre identitat. I fem resist.

Però aquesta maleïda realitat xoca amb allò que ens han ensenyat i també amb allò que ens agrada sentir i que el corrent principal del pensament en la nostra societat ens diu constantment (la convenció social). Tot i que ens ho diu mitjançant fonts ben sospitoses com les pel·lícules, els anuncis i els missatges que tant polítics com psicòlegs positius, gurus, coaches i tota mena de “sacerdots de la societat de l’exit” ens engeguen a les oïdes... I nosaltres ens els creiem; i no pas perquè siguem imbècils, sinó perquè essencialment ens interessa creure per no enfrontar-nos a nosaltres mateixos, al nostre ego o a la nostre identitat.

I més encara, fem resistència a ”creure” allò que l’experiència ens mostra dia a dia i que la nostra raó ens confirma. Però a qui l’importa la cerca de la veritat guiada per la raó?; especialment si aquesta veritat pot resultar incòmode i hom ja té les seves pròpies idees. Benjamin Franklin va dir “tothom sap per experiència que els ésser humans no aprenen de l’experiència”.

I així estem. Creient en primer lloc que la Mireia Belmonte ha entrenat moltíssim i que és per això que ha guanyat una medalla.  I en segon lloc creient que és just que així sigui. I obviant la part de la realitat que no ens encaixa com per exemple, que potser no és la que més ha treballat (no ho sabrem mai); o que altres que també han treballat no ho han aconseguit...

Fem de la relació entre el treball (o voluntat) i l’assoliment un tema de justícia, per la senzilla raó que el cristianisme es sustenta bàsicament en una idea d’aquest tipus: Sigues bo, sigues pietós, sacrifica’t, treballa, esforçat... en aquest mon; i llavors espera i confia en que Deu et recompensarà a l’altre vida. El pal de paller del Cristianisme es precisament  “la fe”, que és creure de veritat quelcom passant per damunt de qualsevol indici contrari que la realitat ens mostri. És dir, la raó no compte.

D’acord, potser ho he expressat de manera banal, però aquesta és la idea que venem als nostres fills: “Si ets bo els reis et portaran coses”. Per cert tot amagant el fet que els reis són els pares. Ho fem per preservar la il·lusió dels nens. Precisament!. Per preservar la idea il·lusòria i irreal de que una mena de justícia superior que administra la moral proveirà que la bona conducta sigui recompensada amb regals i joguines. Però és mentirà, són els pares els qui la recompensen perquè volen (ja ho sabíeu oi que eren els pares?).

Si els pares no volguessin no la recompensarien la bona conducta; i fins i tot si volguessin podrien recompensar el desacatament i la conducta “gamberril” (crec que en algun cas ho deuen fer). Quedi clar que respecte a aquest exemple no estic proposant suprimir els Reis Mags ni el Tio, ni res d'això. Vagi per endavant que no tinc una proposta respecte a aquest tema. Malgrat en definitiva defensar la tradició sovint és defensar les creences irracionals i atàviques que no s’ajusten a la realitat.

La cosa és que amb aquest tipus de creences, després considerem injust que tot l’entrenament d’una vida s’hagi d’avaluar en una cursa de dos minuts escassos (n’hi ha de més curtes i tot). I després fent un salt brutal en el raonament moral ens atrevim a qualificar la competició com inadequada per la formació dels nens per aquest argument. En un exemple dels més clars de com partint d’una premissa falsa i essent prou coherent es pot arribar al més desastrós dels efectes. En aquest cas a ensenyar als nens que “no cal que s’adaptin a res, sempre que hagin treballat prou i prou bé”. Perquè, dit en llenguatge cristià, la Divina Providència ja actuarà. Bé, avui en dia la Divina Providència queda substituïda per la “justícia”. Una justícia que no es sap gaire qui administra, tot i que la nostra experiència ens ve a dir que el que administra aquesta justícia s’ho hauria de fer mirar. O com deia en Woody Allen: “si deu existeix més val que tingui una bona excusa”. Ja ho veieu potser nosaltres creiem que no som gens religiosos, tal vegada ateus o fins i tot agnòstics i anticlericals alguns ... però regim les nostres vides pels principis morals del Cristianisme (jueus, catòlics, i protestants de tota mena). I per cert, sense ànim d’abundar en disquisicions antropològiques, els musulmans igual o pitjor atès els seu fatalisme (tot està escrit, el destí i la voluntat d’Ala en seu cas).

Tinc experiència de molts anys treballant amb esportistes orientats a màxim rendiment i el problema principal que sempre ens trobem es que ningú escapa als valors i creences de la seva cultura que li fan creure que el treball ho és tot... (fins i tot he pogut treballar amb atletes àrabs palestins, alguna taekwondista israeliana i també pilots japonesos i algun tailandès...)

Ens ensenyen a treballar, segons en quin àmbit jo diria que a produir, però no ens ensenyen a rendir en el moment, perquè en el moment de rendir (el de la competició) si deu existeix o si la justícia existeix “serem proveïts”.

Així doncs, pel que fa concretament a la competició:

Primer error: En una competició No s’avalua una vida d’esforç, ni un mes, ni una setmana d’entrenament. En una cursa competitiva NO s’avalua cap entrenament fet. S’avalua qui és capaç de fer millor la cursa AQUÍ i ARA. I prou, això és tot.

Segon error: A ningú l’importa si la Belmonte ha treballat o no. Malgrat sigui evident que sense treball no es pot assolir, això és degut al fet que els altres a qui vols guanyar es preparen molt bé. Però si per ventura algú té un do, un talent que la natura li ha donat i amb una quantitat de treball sensiblement inferior és capaç de guanyar; la seva victòria és perfectament vàlida i igual de justa que qualsevol altre victòria. Perquè el mereixement de guanyar o no fer-ho està en relació al que faràs aquells dos minuts de cursa. No tota la teva vida anterior!.

Tercer error: Els esportistes ho saben, els entrenadors ho saben, els jutges ho saben, el públic ho sap, las premsa ho sap ... i no ho vol reconèixer perquè la idea no encaixa amb els seus estandars mentals culturals altrament dits “creences”.

Bé doncs quan el que no es capaç d’acceptar-ho és el públic, la família o la premsa que hi farem, mal sort!. Però quan el que no es capaç d’acceptar-ho és l’esportista està venut, perquè no entén realment del què va aquesta “festa” anomenada alt rendiment

L'alt rendiment, el mateix concepte rendiment de fet, no és una llibreta a termini amb interessos garantitzats a on cada dia ingresses un euro!... L’entrenament no s’acumula, no s’atesora com un bé material. L’entreno es fa per aconseguir una millor disponibilitat per rendir en el moment just de la competició (mitjançant un munt de mecanismes d’estimulació a nivell fisiològic que porten a un creixement i desenvolupament de l’organisme). Això no vol dir que aconsegueixis rendir. És així i punt. Són fets empírics.

I si algú entrena com un animal deu anys de la seva vida o més, per jugar-s’ho tot en una cursa de 10 segons o menys i perd això no és una injustícia, mai, en cap cas. Algú altre que potser havia entrenat o potser no, ha corregut més que ell.

El problema rau per començar en que “ningú s’ho juga tot” en una cursa. Ni que sigui el principal objectiu per a qual s'ha preparat una vida sencera. Si finalment té exit o bé fracassa, ni així pot considerar que s'ho juga “tot”. Perquè ha tingut una vida, que normalment ha escollit, sabent que no hi havia cap garantia de res. I si creia que hi havia una garantia és que ha volgut mantenir l’autoengany, per bé que el seu entorn i el mon en general l’hagin ajudat a mantenir-lo. O és que potser algú té comprat un sol segon de la seva vida?. La “seguretat” és un mite. Senzillament no existeix, però ara això ens portaria cap una altre derivada.

No aprofitem ara a més a més per desqualificar l’esport de competició. Ni tan sols com eina formativa per als joves, perquè psicòlegs i pedagogs han debatut el tema des de principis dels 80’s per arribar a la lògica conclusió de que la competició és formativa si s’ajuda a que l’enfocament que els nens en fan ho sigui. I si no ho fem així, com en tot, llavors no es formativa. I, atenció, una manera de fer que la competició no sigui formativa es fer creure als joves esportistes que perquè algú treballa molt llavors és just i obligatori que guanyi. El qual no és més que la versió maquillada i disfressada de dir-li al nano que “has de guanyar per collons, si o si”.


Així que ja veieu la paradoxa!... Fer creure als nens que el treball ho és tot, lluny de donar-los confiança, el que fa es que percebin l’amenaça de decebre unes il·lusions que es veuen obligats a satisfer. Justament perquè desitgen molt assolir la victòria i creuen mereixer-la pel molt que hi han treballat. De fet això condueix a que perdre no es vist com quelcom natural ni tant just com guanyar. Guanyar és quelcoom lògic que encaixa amb els meus desitjos i l'esforç que hi inverteixo; i en canvi perdre és una mena "d'anomalia del destí".

I després li donem a la culpa a l'activitat física competitiva de que els nens experimentin pressió per rendir i estrés; i fem acusacions com que la competició no afavoreix la cooperació, etc...

ACONSEGUIR UNA MEDALLA OLÍMPICA NO ÉS QÜESTIÓ DE JUSTÍCIA


Ara que la Belmonte ha aconseguit el seu cobejat or olímpic tothom es llençarà a glosar l’heroïcitat de la gesta carregant les tintes èpiques. I en fer-ho molts diran que la Mireia s'ho mereixia després dels anys d'esforç duríssim i diari a la piscina, etc... Però si podem pensar que la Belmonte es mereix l'or, no és pel fet que hagi treballat molt per assolir-ho, sinó pel fet que va saber fer just el necessari a l'instant precís. En definitiva per saber competir bé.

La JUSTICIA no té res a veure amb la competició ni amb l'assoliment d'objectius. Que quelcom sigui just vol dir que algú es mereix que li passi alguna cosa, en aquest cas una cosa positiva com assolir un objectiu. Però ningú mereix assolir un objectiu més que un altre abans de que la competició tingui lloc, per molt que hagi treballat o desitjat assolir-ho.

En primer lloc desitjar-ho, ho desitja tothom, això és fàcil. En segon lloc treballar molt durant molts anys i molt durament no és cap argument perquè algú hagi d'assolir o es mereixi assolir un objectiu. Treballar durament és imprescindible per la senzilla raó que tots els altres ho fan; de manera que si vols guanyar als altres, ja es sap el que toca.

Finalment si la Mireia o qui sigui guanya una cursa és perquè ha fet el necessari de la manera necessària a l'instant en que ho havia de fer, de forma tal que, el què si que podríem dir és: el que guanya una competició sempre, sempre, sempre és qui mereixia guanyar-la, tal com ho demostra el fet d'haver-la guanyat (per suposat amb l'excepció que assoleixi la victòria fent unes trampes increïbles).

Però seguim sense entendre res i seguim lloant els durs anys de treball del que guanya. Es que potser es pretén que el que queda segon o tercer no ha treballat, tal vegada més i millor que el que guanya?. O és pretén que els que queden fora del podi no han treballat prou?... De cap manera. Rendir és controlar el moment, aquí i ara amb els teus recursos. Que per adquirir els recursos calgui molta feina és una cosa diferent. I la nostra societat es segueix confonent el treball amb el rendiment, pensant que el rendiment és una funció directa del treball. No ho és!.

Per això ensenyem els nens el valor del treball i ni els hi parlem de controlar el moment i adaptar-s'hi adequadament. No els hi parlem del fet que fins i tot treballant sovint no s'aconsegueix l'objectiu, a vegades perquè no es controla l'instant de rendir, a vegades perquè hi han coses fora del nostre control que ens superen (com els contrincants en una cursa). Això no ho ensenyem perquè és un tabú moral. És l'herència del determinisme cartesià i d'una cultura cristiana que col·loca la font del premi i el càstig en un ens superior que jutja el mereixement en funció de l'esforç i el treball. "Guanyaràs el pa amb el suor del front", de manera que un increment en la quantitat de suor ha de comportar necessàriament un increment en la quantitat de pa guanyat. Però el mon NO funciona així i ho sabem oi?. Només cal posar les notícies a la TV un dia qualsevol. Llavors ...

sábado, 22 de octubre de 2011

SI TE LEVANTAS MUY TEMPRANO, MUY TEMPRANO... LO UNICO QUE SUCEDE ES QUE TE LEVANTAS TEMPRANO


Todo sucede en un instante. No controlas ese instante y pierdes tu oportunidad. Eso es la esencia del rendimiento.
Quizás estabas demasiado nervioso, quizás no habías previsto con suficiente precisión lo que tenías que hacer, quizás no pusiste tu cuerpo a punto para ese instante … Sea como sea, las largas horas de esfuerzo, el tesón y la dedicación, la voluntad por conseguir habrán sido en vano, por que no has controlado ese instante.
¿Completamente en vano?. No, completamente no. Si de ese intento fallido somos capaces de extraer conclusiones verdaderamente útiles para el futuro; si somos verdaderamente capaces de aprender de nosotros mismos, de cómo actuamos y de las consecuencias de nuestras acciones, entonces el intento no habrá sido completamente en vano. Por que, aún fallando, eso nos hace mejores.
Y por cierto, ¿acaso no podemos aprender de nosotros mismos en la misma medida cuando tenemos éxito?. Entonces todo parece indicar que lo que nos permite aprender verdaderamente es el propio hecho de intentar. Lo de verdad importante es lo que sucede en ese instante. Un instante que, en algunos deportes, tarda apenas unos minutos y en otros días enteros. El instante de la acción.
¿Injusto?. ¿Por qué?. ¿Por qué desde nuestra más tierna infancia nos han explicado que con trabajo, con esfuerzo, con voluntad y sacrifico no hay nada que no se pueda conseguir?. ¡Falso!.
Esos valores magníficos nos convierten en arduos trabajadores y eso es una condición indispensable para el rendimiento. ¡Pero levantarse muy temprano, pero que muy temprano, muy temprano, para trabajar con ahínco no es la clave del rendimiento!. Como psicólogos del deporte, hemos visto suficientes personas que trabajando arduamente y aún perseverando en el esfuerzo no han logrado sus metas. Pero, ¿no es eso algo, que todos vemos a diario sin necesidad de ser psicólogos?.
¿Qué hacer entonces?. Pues indudablemente trabajar duro y si fuera necesario levantarse muy temprano, pero sin depositar nuestros anhelos en ello, como si fuéramos niños que anhelan que los reyes magos les traigan sus juguetes tal como se merecen.
Por que somos conscientes que al final nos jugaremos el logro de nuestros objetivos en un instante. Y somos valientes y nos preparamos para afrontar ese instante, no sólo sabiendo, si no aceptando plenamente que la posibilidad de fallar en ese instante existe. Y aceptando sin reservas que ni un millón de horas de trabajo nos hacen más merecedores del éxito que los demás; no importa que los demás hayan trabajado más o menos que nosotros.
Los psicólogos que se dedican al rendimiento deportivo suelen proponer aspectos para ser cada vez mejores en controlar ese instante. El instante de la verdad.
Podemos aprender a entrenar más inteligentemente, en previsión de ese instante. Podemos aprender a ver las situaciones de distinta manera, como retos o amenazas y controlar mejor nuestras emociones. También podemos aumentar nuestra capacidad de proceder ordenadamente para abordar ese instante. Podemos desarrollar formas para tener mayor control de nuestro cuerpo e incluso aprender a manejar nuestra concentración con mayor eficacia, …
Y aún con todo ello,… ¡Podemos fallar!. Aceptémoslo y seremos libres para enfrentarnos al instante, libres para rendir. Neguémonos esa verdad incómoda y el miedo a fallar nos atenazará.
No caben más mitos ni más valores sobrevalorados, que frecuentemente nos han sido vendidos como claves inmutables del éxito…
¡Todo sucede en un instante!.

miércoles, 9 de marzo de 2011

TIMOTEO... EL PRIMER PSICOLOGO DEL DEPORTE DE LA ANIMACION (1941)


... Pero sea cual sea la fuente a la que el deportista acuda desesperadamente para conseguir esa “confianza instantánea”: psicólogos, médicos, programas de entrenamiento, barritas energéticas, modelos de neumáticos, tipos de raqueta, nuevos pies de gato, etc. es indiscutible que nada de eso funciona en la dirección deseada. Más aún, la incorporación de esos elementos, aún cuando es cierto que suponen una mejora objetiva en los medios que el deportista emplea; al final lo que suelen provocar es un aumento de la presión que el deportista experimenta para rendir.

En resumen, el deportista busca soluciones rápidas a su falta de confianza incorporando algún elemento externo a su persona. Pero a continuación el deportista siente mucho más amenazada su autoestima, por que si disponiendo de esa nueva raqueta, o de ese nuevo material o sistema, al final no logra sus objetivos, entonces su percepción de fracaso será mucho mayor.

Esto me recuerda a la historia de “Dumbo”, el film de animación clásico que produjo el célebre Walt Disney en 1941. Una película pasada de moda sin duda, pero que suelo contar a algunos deportistas. Muy brevemente, Dumbo era un elefante que tenía la orejas tan grandes que agitándolas podía volar. Volar era algo natural para él. Pero si no recuerdo mal, en algún momento de la trama Dumbo tiene un encuentro con un grupo de cuervos, que extrañados se ríen del hecho que un elefante vuele. Los cuervos, que son pájaros conocedores del fenómeno del vuelo, convencen a Dumbo que los elefantes efectivamente no pueden volar. De esta manera Dumbo pierde la confianza en su capacidad de volar. Más adelante en la película Dumbo se encuentra con Timoteo un ratón que vive en el circo; y que talmente actua como una especie de psicólogo deportivo. Timoteo le hace creer a Dumbo que si sostiene una pluma de pájaro con el extremo de su trompa, podrá volver a volar. Timoteo, usando una lógica de autoengaño, y con una estrategia y una oratoria digna del más agresivo especialista en terapia breve, consigue que Dumbo desplace la confianza desde sí mismo hasta la pluma. Eso es fácil porque Dumbo apenas confía en sí mismo para volar, de manera que confiar en la pluma es una alternativa clara. En este punto Dumbo agarrando fuertemente la pluma con su trompa empieza a agitar sus orejas, tal como siempre lo había hecho, consiguiendo de esta manera volver a volar. Dumbo recupera su capacidad de volar, pero no su confianza. Por ello ahora su vuelo no es fluido, ni natural, porque está demasiado pendiente de sostener la pluma con su trompa.

Es muy interesante constatar que al trabajar con deportistas con el síndrome de Dumbo, la “plumas” pueden llegar a hacer que las cosas cambien un poco. Es decir que el deportista esté dispuesto a intentar actuar de nuevo. Pero de ahí a conseguir la acción refinada y oportuna necesaria para el rendimiento hay un trecho muy grande. Por eso este tipo de intervenciones terapéuticas con “plumas”, basadas en el autoengaño (Dumbo se engaña a sí mismo respecto al poder de la

pluma), están más orientadas a encontrar soluciones de mínimos, en el campo de la psicología clínica. Como cuando una persona obsesionada no se atreve a salir a la calle por que cree que le caerá un rayo o algo así. Sin embargo, en el ámbito del rendimiento deportivo ese tipo de soluciones difícilmente nos permiten reintegrar al deportista a una línea de alto rendimiento, caracterizada por la “búsqueda permanente del más difícil todavía”.

Por cierto, nuestro ratón psicólogo deportivo logra que efectivamente Dumbo intente reiniciar sus vuelos, gracias a su confianza ciega en la pluma. Pero si no recuerdo mal, para que Dumbo termine por recuperar auténticamente su confianza es necesaria una situación límite, donde la motivación de Dumbo le permitirá afrontar el riesgo de no lograr mantenerse en el aire sin la pluma. Veamos como se produce eso: Dumbo se halla volando con su pluma en plena “misión de combate” para defender a su madre y otros elefantes de los maltratos que le inflingen los cuidadores del circo. Y es entonces, en pleno vuelo, cuando pierde la pluma. El pánico se apodera de él e incapaz de mover sus enormes orejas sin la pluma empieza a desplomarse sobre el suelo. Y es en esta situación cuando se suman motivaciones y compromisos (evitar a toda costa estrellarse contra el suelo y seguir defendiendo a su madre). Así en plena caída, intenta de nuevo mover las orejas. Lo hace por que las circunstancias le obligan. No tiene otro remedio. Se trata de hacerlo o caer con toda seguridad. Al agitar de nuevo sus orejas Dumbo vuelve volar, pero no sólo eso; recupera su confianza. Es entonces, al final de la película, cuando el genio de Walt Disney nos muestra, no a un elefante que vuela, si no a un elefante de alto rendimiento que se comporta como un caza de combate, haciendo acrobacias en el aire y ametrallando con cacahuetes a los malvados de la película.

Para nuestros deportistas la moraleja debería ser clara: Se puede llegar a perder la confianza, pero en tal caso habrá que reconstruirla mediante el conocimiento y el intento efectivo de actuar, aún a riesgo de fallar. Pero jamás la recuperarán por medios mágicos e instantáneos, rápidos o sobrenaturales





jueves, 15 de abril de 2010

DEFINICION DE COACHING... AVISO PARA NAVEGANTES


"El "coaching", es un término tomado del ámbito deportivo que hace referencia a la actividad, en la cual un experto guia al atleta, en el caso del deporte, a expresar su mejor talento haciéndole superar bloqueos emocionales, dificultades de aprendizaje, temores o simplemente enseñándole técnicas evolucionadas". (Giorgio Nardone en "Coaching Estratègico". Herder: Barcelona, 2008).


Es decir: "El coaching no es más que una forma de aplicación de la psicologia que se define por sus objetivos, no por sus mètodos".